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"Fe de vida"

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  José Hierro  (1922-2002) Alegría (1947) Sé que el invierno está aquí, detrás de esa puerta. Sé que si ahora saliese fuera lo hallaría todo muerto, luchando por renacer. Sé que si busco una rama no la encontraré. Sé que si busco una mano que me salve del olvido no la encontraré. Sé que si busco al que fui no lo encontraré. Pero estoy aquí. Me muevo, vivo. Me llamo José Hierro. Alegría (Alegría que está caída a mis pies.) Nada en orden. Todo roto, a punto de ya no ser. Pero toco la alegría, porque aunque todo esté muerto yo aún estoy vivo y lo sé.

"No decía palabras"

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  Luis Cernuda (1902-1963) Los placeres prohibidos (1931) No decía palabras, acercaba tan sólo un cuerpo interrogante, porque ignoraba que el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe. La angustia se abre paso entre los huesos, remonta por las venas hasta abrirse en la piel, surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes. Un roce al paso, una mirada fugaz entre las sombras, bastan para que el cuerpo se abra en dos, ávido de recibir en sí mismo otro cuerpo que sueñe; mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo. Auque sólo sea una esperanza porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

"Columpio"

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  Gerardo Diego 1896-1987 Imagen (1921)

"La casada infiel"

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Federico García Lorca (1ª mitad del siglo XX) Romancero Gitano Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.

"Mar"

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  Juan Ramón Jiménez  (1881-1958) Diario de un poeta recién casado (1916) Parece, mar, que luchas —¡Oh desorden sin fin, hierro incesante!— por encontrarte o porque yo te encuentre. ¡Qué inmenso demostrarte, en tu desnudez sola —sin compañera… o sin compañero según te diga el mar o la mar—, creando el espectáculo completo de nuestro mundo de hoy! Estás, como en un parto, dándote a luz —¡con qué fatiga!— a ti mismo, ¡mar único!, a ti mismo, a ti sólo y en tu misma y sola plenitud de plenitudes, …¡por encontrarte o porque yo te encuentre!

"Yo voy soñando caminos..."

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Antonio Machado Finales del XIX-Principios del XX Soledades, galerías y otros poemas (1902/1907) Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... - La tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada".

"Caracol"

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  Rubén Darío (1867-1916) Cantos de vida y esperanza (1905) En la playa he encontrado un caracol de oro macizo y recamado de las perlas más finas; Europa le ha tocado con sus manos divinas cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro. He llevado a mis labios el caracol sonoro y he suscitado el eco de las dianas marinas, le acerqué a mis oídos y las azules minas me han contado en voz baja su secreto tesoro. Así la sal me llega de los vientos amargos que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos cuando amaron los astros el sueño de Jasón; y oigo un rumor de olas y un incógnito acento y un profundo oleaje y un misterioso viento... (El caracol la forma tiene de un corazón.)

"¡Qué lástima!"

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León Felipe   (1884-1968) Para Alberto López Argüello ¡Qué lástima que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan! ¡Qué lástima que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria! ¡Qué lástima que yo no tenga una patria! Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza, como pasan esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca. ¡Qué lástima que yo no tenga comarca, patria chica, tierra provinciana! Debí nacer en la entraña en la estepa castellana Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada: pasé los días azules de mi infancia en Salamanca, y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña. Después… ya no he vuelto a echar el ancla y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta para poder cantar siempre en la misma tonada al mismo río que pasa rodando las mismas aguas, al mismo cielo, al mismo campo y en la misma

"Para que yo me llame Ángel González"

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  Ángel González (1925-2008) Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo el mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso de su huida hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrándose al último suspiro de los muertos, yo no soy más que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos; esto que veis aquí, tan sólo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento...

"Autobiografía"

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  Gloria Fuertes (1917-1998) Gloria Fuertes nació en Madrid a los dos días de edad, pues fue muy laborioso el parto de mi madre que si se descuida muere por vivirme. A los tres años ya sabía leer y a los seis ya sabía mis labores. Yo era buena y delgada, alta y algo enferma. A los nueve años me pilló un carro y a los catorce me pilló la guerra; A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía. Aprendí a regatear en las tiendas y a ir a los pueblos por zanahorias. Por entonces empecé con los amores, -no digo nombres-, gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio. Quise ir a la guerra, para pararla, pero me detuvieron a mitad del camino. Luego me salió una oficina, donde trabajo como si fuera tonta, -pero Dios y el botones saben que no lo soy-. Escribo por las noches y voy al campo mucho. Todos los míos han muerto hace años y estoy más sola que yo misma. He publicado versos en todos los calendarios, escribo en un periódico de niños, y quiero comprarme a plazos un

"Autorretrato"

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  Gloria Fuertes (1917-1998) Suculenta albóndiga de tierna ternura, empanada rellena de grillos y canciones, mamotreto de versos perfumados, crisálida de gusanito de seda. Falda de saco o pantalón vaquero, sostén de manos bordado en uñas. Busto, a gusto del consumidor elegido y fuertes piernas con suaves cicatrices en ambas rodillas desconchadas.

"Autorretrato"

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  Nicanor Parra (1914-2018) Considerad, muchachos, esta lengua roída por el cáncer: soy profesor en un liceo obscuro he perdido la voz haciendo clases. (Después de todo o nada hago cuarenta horas semanales). ¿Qué os parece mi cara abofeteada? ¡Verdad que inspira lástima mirarme! Y qué decís de esta nariz podrida por la cal de la tiza degradante.   En materia de ojos, a tres metros no reconozco ni a mi propia madre. ¿Qué me sucede? —Nada. Me los he arruinado haciendo clases: la mala luz, el sol, la venenosa luna miserable. Y todo para qué: para ganar un pan imperdonable duro como la cara del burgués y con sabor y con olor a sangre. ¡Para qué hemos nacido como hombres si nos dan una muerte de animales!   Por el exceso de trabajo, a veces veo formas extrañas en el aire, oigo carreras locas, risas, conversaciones criminales. Observad estas manos y estas mejillas blancas de cadáver, estos escasos pelos que me quedan, ¡estas negras arrugas infernales! Sin embargo yo fui tal como ustedes, jov