"La dulce boca que a gustar convida...."


(1561-1527)




La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no envidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno;

manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora,
y sólo del Amor queda el veneno.



[El garzón (muchacho) de Ida es Ganimedes, copero de Júpiter, que le sirve el néctar. Tántalo fue condenado a pasar hambre y sed eternamente teniendo ante sí fruta y agua que se retiraban en cuanto trataba de alcanzarlas. El hipérbaton del último verso ha de entenderse así: Del Amor sólo queda el veneno (y no "sólo queda el veneno del Amor").]

Entradas populares de este blog

"España es así: los canis"

"El dueño de la luna"

"El diccionario de Coll"

Twice told tale

"Carta final a Carlota"

"Una historia común"

La lechera

La serrana fea, Aldara, de Tablada

Tratado II: El clérigo de Maqueda

"¿No es cierto, ángel de amor...?": la escena del sofá