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Mostrando las entradas etiquetadas como Elegías

Planto de Pleberio (adaptación)

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                                                                           FERNANDO DE ROJAS                 La Celestina  ,  ACTO XXI Siglo XV ` ``[TEXTO ADAPTADO] PLEBERIO.- ¡Ay, ay, noble mujer! Nuestro gozo en el pozo, nuestro bien todo se ha perdido. ¡No queramos más vivir! Y para que este dolor te dé más pena, para que acabes más pronto en el sepulcro, para que no llore solo la pérdida dolorosa de ambos, ves allí a la que tú pariste y yo engendré hecha pedazos. La causa la supe porque ella me la contó, y aún más por extenso me la contó su sirvienta. Ayúdame a llorar esta vejez herida. ¡Oh mi hija y mi bien todo! Sería muy cruel sobrevivirte. Mis sesenta años eran más dignos de la sepultura q...

"Coplas a la muerte de su colega"

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Luis García Montero (1958-) 1 Recuerda, si se te olvida, que este mundo es poca cosa, casi nada, que venimos a la vida con la sombra de una losa no pagada. Los días como conejos nos llevan en ventolera al infierno, su curso nos hace viejos trocando la primavera en invierno. 2 El criador, con grande enojo, cuando en la vida nos mete y nos suelta, para no quitarnos ojo nos manda como un billete de ida y vuelta. Nacemos al desayuno, comemos según vivimos y cenamos cuando parece oportuno, por eso mientras dormimos descansamos. 3 Nuestras vidas son los sobres que nos dan por trabajar, que es el morir; allí van todos los pobres para dejarse explotar y plusvalir; allí los grandes caudales nos engañan con halagos y los chicos, que explotando son iguales las suspensiones de pagos y los ricos.

"La sangre derramada"

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Federico García Lorca ( 1ª mitad del siglo XX) "Llanto por Ignacio Sánchez-Mejía" (1935) ¡Que no quiero verla!  Dile a la luna que venga,  que no quiero ver la sangre  de Ignacio sobre la arena.  ¡Que no quiero verla!  La luna de par en par,  caballo de nubes quietas,  y la plaza gris del sueño  con sauces en las barreras  ¡Que no quiero verla¡  Que mi recuerdo se quema.  ¡Avisad a los jazmines  con su blancura pequeña!  ¡Que no quiero verla!  La vaca del viejo mundo  pasaba su triste lengua  sobre un hocico de sangres  derramadas en la arena,  y los toros de Guisando,  casi muerte y casi piedra,  mugieron como dos siglos  hartos de pisar la tierra.  No.  ¡Que no quiero verla! 

"Coplas a la muerte de su padre"

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(Selección) Jorge Manrique (siglo XV)   I Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo passado fue mejor. II Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. Non se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar de igual manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos, allegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos.

"Planto por la muerte de Trotaconventos"

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Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Siglo XIV: Libro de Buen Amor ¡Ay muerte! ¡Muerta seas, bien muerta y malandante! ¡Matásteme a mi vieja! ¡Matárasme a mí antes! Enemiga del mundo, no tienes semejante: de tu memoria amarga nadie hay que no se espante. Al que hieres tú, Muerte, nadie lo salvará, humilde, bueno, malo, noble, no escapará; a todos te los llevas, diferencia no habrá, tanto el Rey como el Papa ni chica nuez valdrá; No respetas parientes, señorío, amistad; con todo el mundo tienes continua enemistad, no existe en ti el amor, clemencia, ni piedad, sino dolor, tristeza, mucha pena y crueldad. Jamás nadie de ti se ha podido esconder y ninguno ha podido contigo contender, la tu venida triste no se puede entender; cuando llegas, no quieres a ninguno atender. Dejas el cuerpo yerto a gusanos en huesa, el alma la separas del cuerpo con gran priesa, no está el hombre seguro de tu carrera aviesa, de hablar sobre ti, muerte, espanto ...

"Elegía a Garcilaso (Luna, 1501-1536)"

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Rafael Alberti (1902-1999)   Sermones y moradas, (1920-1930)  ... antes de tiempo y casi en flor cortada. Garcilaso de la Vega Hubierais visto llorar a las yedras cuando el agua más triste se pasó toda               una noche velando a un yelmo ya sin alma, a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme los               espejos de los castillos a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vida al ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas y los laúdes se               ahogan por arrollarse a sí mismos. Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas. Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armadura vacía. ¿Cómo hay luces que decr...

"Elegía a Ramón Sijé"

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  Miguel Hernández (1910-1942) El rayo que no cesa (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería) Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas   daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento.

La Celestina: Acto XXI: "Planto de Pleberio"

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Fernando de Rojas (1470-1541) PLEBERIO.- ¡Ay, ay, noble mujer! Nuestro gozo en el pozo, nuestro bien todo es perdido. ¡No queramos más vivir! Y por que el incogitado dolor te dé más pena, todo junto sin pensarle, por que más presto vayas al sepulcro, por que no llore yo solo la pérdida dolorida de entrambos, ves allí a la que tú pariste y yo engendré hecha pedazos. La causa supe de ella; más la he sabido por extenso de esta su triste sirvienta. Ayúdame a llorar nuestra llagada postrimería. ¡Oh gentes que venís a mi dolor! ¡Oh amigos y señores, ayudadme a sentir mi pena! ¡Oh mi hija y mi bien todo! Crueldad sería que viva yo sobre ti. Más dignos eran mis sesenta años de la sepultura que tus veinte. Turbose la orden del morir con la tristeza que te aquejaba. ¡Oh mis canas, salidas para haber pesar, mejor gozara de vosotras la tierra que de aquellos rubios cabellos, que presentes veo! Fuertes días me sobran para vivir, quejarme he de la muerte, incusarle he su dilación cuanto tiempo me ...