Como condensar a los clásicos
(1899-1961)
The Toronto Star Weekly,
20 de agosto de 1921
Casi han acabado el trabajo de condensar
a los clásicos. Se trata de un pequeño grupo de entusiastas
condensadores, supuestamente subvencionados por Andrew Carnagie, que han
trabajado durante los últimos cinco años para reducir la literatura
mundial a bocados comestibles para consumición del agotado hombre de
negocios.
Los miserables ha sido reducido a diez páginas. Parece que
Don Quijote ocupa una columna y media. Las obras teatrales de Shakespeare
no pasan de ochocientas palabras cada una. La Iliada y La Odisea
cabrán en el texto de un componedor y medio cada una.
Es algo magnífico poner a los clásicos al alcance del hombre
de negocios cansado o retirado, aunque estigmatice el intento de colegios
y universidades de poner al hombre de negocios al alcance de los clásicos.
Pero aún hay un modo más rápido de presentar el asunto
a quienes han de correr mientras leen: reducir toda la literatura a titulares
de prensa, seguidos de una pequeña nota que resuma el argumento.
Por ejemplo, El Quijote:
CABALLERO DEMENTE EN UNA LUCHA ESPECTRAL
Madrid, España (Agencia de Noticias Clásicas) (Especial). Se atribuye a histerismo de guerra la extraña conducta de don Quijote, un caballero local que ayer por la mañana fue arrestado mientras «combatía» con un molino. Quijote no supo dar una explicación de sus actos.
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