Planto de Pleberio (adaptación)

                                                            FERNANDO DE ROJAS

                La Celestina ACTO XXI

Siglo XV

```[TEXTO ADAPTADO]


PLEBERIO.- ¡Ay, ay, noble mujer! Nuestro gozo en el pozo, nuestro bien todo se ha perdido. ¡No queramos más vivir! Y para que este dolor te dé más pena, para que acabes más pronto en el sepulcro, para que no llore solo la pérdida dolorosa de ambos, ves allí a la que tú pariste y yo engendré hecha pedazos. La causa la supe porque ella me la contó, y aún más por extenso me la contó su sirvienta. Ayúdame a llorar esta vejez herida. ¡Oh mi hija y mi bien todo! Sería muy cruel sobrevivirte. Mis sesenta años eran más dignos de la sepultura que tus veinte. Se alteró el orden natural en el morir por la tristeza que te aquejaba. ¡Oh mis canas salidas para sufrir, mejor hubiera sido que la tierra gozara de vosotras que de aquellos cabellos rubios, que todavía veo presentes! Me sobran días duros para vivir, me quejaré de la muerte, la acusaré de tardar todo el tiempo que me deje solo después de ti. Que me falte la vida, ya que me faltó tu agradable compañía. ¡Oh duro corazón de padre! ¿Cómo no te quiebras de dolor, ahora que ya te quedas sin tu amada heredera? ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos? ¡Oh, tierra dura!, ¿cómo me sostienes? ¿Dónde hallará refugio mi desconsolada vejez?

¡Oh Fortuna variable, administradora de los bienes temporales! ¿Por qué no ejecutaste tu cruel ira, tus ondas cambiantes, en aquello que se rige por ti? ¿Por qué no destruiste mi patrimonio? ¿Por qué no quemaste mi hogar? ¿Por qué no asolaste mis grandes herencias? Y me hubieras dejado aquella florida planta, sobre la que tú no tenías poder,

¡Oh vida de congojas llena, de miserias acompañada! ¡Oh mundo, mundo! Muchos mucho de ti dijeron, muchos hablaron de tus cualidades y te compararon con diversas cosas hablando de oídas. Yo, por triste experiencia, lo contaré como aquel a quien las ventas y las compras de tu engañosa  feria no fueron prósperas. Yo pensaba en mi más tierna edad que tú y tus hechos os regíais por algún orden, Ahora, vistos los pros y los contras de tus bienandanzas, me pareces un laberinto de errores, un desierto espantoso, una morada de fieras, un juego de hombres en corro, una laguna llena de cieno, una región llena de espinas, un monte alto, un campo pedregoso, un prado lleno de serpientes, un huerto florido y sin fruto, una fuente de preocupaciones, un río de lágrimas, un mar de miserias, un trabajo sin provecho, un dulce veneno, una esperanza vana, una alegría falsa, un verdadero dolor. Nos cebas, mundo falso, con el manjar de tus placeres; cuando mejor sabor tienes nos descubres el anzuelo, pero no podemos escapar, porque nos tiene ya apresadas las voluntades. Prometes mucho, no cumples nada, nos echas fuera de ti para que no te podamos pedir que mantengas tus vanas promesas. Corremos por los prados de tus viciosos vicios, muy descuidados, a rienda suelta, y nos descubres la celada cuando ya no hay ocasión de dar la vuelta. 

Otros perdieron hijos en guerras y desastres] pero mi Melibea mató a sí misma por voluntad propia a causa de la gran pena de amor que la aquejaba. ¡Oh incomparable pérdida! ¡Oh lastimado viejo! Que cuantos más consuelos busco, menos razón hallo para consolarme. Yo no lloro, triste, a ella muerta, sino la causa desastrada de su morir. ¿Qué haré cuando entre en tu habitación y la encuentre vacía? ¿Qué haré cuando no me respondas si te llamo? ¿Quién me podrá llenar la gran falta que tú me haces? ¿Quién obligó a mi hija a morir, sino la fuerte fuerza del amor? ¿Quién acompañará mi desacompañada morada? ¿Quién alegrará mis años, que caducan?

¡Oh, amor, amor! ¡Nunca pensé que tuvieras fuerza ni poder de matar a los que te sirven! En mi juventud fui herido por ti y pasé por medio de tus brasas, ¿cómo me soltaste para vengarte de mi huida en mi vejez?¿Cómo acabaron todos tus sirvientes? La falsa alcahueta Celestina murió a manos de los compañeres más fieles que encontró jamás  para tu servicio venenoso. Ellos murieron degollados. Calisto, despeñado. Mi triste hija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Todo esto es lo que causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos haces. Tu sonido alegra, tu trato entristece. Bienaventurados los que no conociste o a los que no hiciste caso. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, ¿por qué te riges sin orden ni concierto?

Del mundo me quejo porque en sí me crió; porque, si no me hubiera dado vida, no hubiera engendrado en él a Melibea; y si Melibea no hubiera nacido, no habría amado, y si ella no hubiera amado, no tendría este triste y desconsolado final.

¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que impidiese tu muerte? ¿Por qué no tuviste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste cuando era yo el que debería de haberte dejado?¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo en este valle de lágrimas?

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