Milagro XI : "El labrador avaro"
(1197-1264?)
Milagros de Nuestra Señora
Había en una tierra un hombre labrador,
que usaba de la reja más que de otra labor;
más amaba la tierra que amaba al Criador;
era de muchos modos hombre revolvedor.
Hacía una enemiga, hacíala en verdad:
cambiaba los mojones por ganar heredad;
hacía en todas formas tuertos y falsedad,
había mal testimonio entre su vecindad.
Quería, aunque era malo, bien a Santa María,
oía sus milagros y todos los creía;
saludábala siempre, decíale cada día:
«Ave gratia plena que pariste a Mesías.»
Finó el arrastrapajas de tierra bien cargado,
en soga de diablos fue luego cautivado;
en soga de diablos fue luego cautivado;
lo arrastraban con cuerdas, de coces bien sobado,
el duplo le pechaban el pan que dio mudado.
Doliéronse los ángeles de esta alma
tan mezquina por cuanto la llevaban diablos tan aína
quisieron acorrerla, ganarla por vecina,
mas para hacer tal pasta menguábales harina.
Si les decían los ángeles de bien una razón,
ciento decían los otros malas, que buenas non;
los malos a los buenos teníanlos en rincón,
la alma por sus pecados no salía de prisión.
Mas levantóse un ángel, dijo: «Yo soy testigo,
verdad es, no mentira, esto que ahora yo os digo:
el cuerpo, el que traía el alma ésta consigo,
fue de Santa María su vasallo y amigo.
Siempre la mencionaba al yantar y a la cena,
decíale tres palabras: Ave, gratia plena.
La boca que decía tan santa cantilena
no merece yacer en tal mala cadena.»
Apenas que este nombre de la Santa Reína
oyeron los diablos, huyeron tan aína,
derramáronse todos igual que una neblina,
desampararon todos la pobre alma mezquina.
Los ángeles la vieron ser tan desamparada,
con los pies y las manos de sogas bien atada,
estaba como oveja que yaciera enzarzada;
fueron y condujéronla junto con su majada.
Nombre tan adonado, lleno de virtud tanta,
el que a los enemigos les persigue y espanta,
no nos debe doler ni lengua ni garganta
que no digamos todos: Salve, Regina sancta.