Twice told tale
(1910-2000)
La sandía y otros cuentos
Perseguido por la banda de terroristas Malcolm corrió y
corrió por las calles de esa ciudad extraña. Eran casi las doce de la noche. Ya
sin aliento se metió en una casa abandonada. Cuando sus ojos se acostumbraron a
la oscuridad vio, en un rincón, a un muchacho todo asustado.
—¿A usted también lo persiguen?
—Sí —dijo el muchacho.
—Venga. Están cerca. Vamos a escondernos. En esta maldita
casa tiene que haber un desván... Venga.
Ambos avanzaron, subieron unas escaleras y entraron en un
altillo.
—Espeluznante, ¿no? —murmuró el muchacho, y con un pie empujó
la puerta. El cerrojo, al cerrarse sonó con un clic exacto, limpio y vibrante.
—¡Ay, no debió cerrarla! Ábrala otra vez. ¿Cómo vamos a
oírlos si vienen?
El muchacho no se movió.
Malcolm, entonces, quiso abrir la puerta, pero no tenía
picaporte. El cierre, por dentro, era hermético.
—¡Dios mío! Nos hemos quedado encerrados.
—¿Nos? —dijo el muchacho—. Los dos, no; solamente uno.
Y Malcolm vio cómo el muchacho atravesaba la pared y
desaparecía.