Don Félix de Montemar


(1808-1842)
El estudiante de Salamanca


Segundo don Juan Tenorio,
alma fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reñidor:
   Siempre el insulto en los ojos,
en los labios la ironía,
nada teme y toda fía
de su espada y su valor.

   Corazón gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y, hoy despreciándola, deja
 la que ayer se le rindió.
   Ni el porvenir temió nunca,
ni recuerda en lo pasado
la mujer que ha abandonado,
ni el dinero que perdió.


    Ni vio el fantasma entre sueños
del que mató en desafío,
ni turbó jamás su brío
recelosa previsión.
   Siempre en lances y en amores,
 siempre en báquicas orgías,
mezcla en palabras impías
un chiste y una maldición.

    En Salamanca famoso
por su vida y buen talante,
 al atrevido estudiante
le señalan entre mil;
    fuero le da su osadía,
le disculpa su riqueza,
su generosa nobleza,
 su hermosura varonil.

   Que en su arrogancia y sus vicios,
caballeresca apostura,
agilidad y bravura
ninguno alcanza a igualar:

    Que hasta en sus crímenes mismos,
en su impiedad y altiveza,
pone un sello de grandeza
don Félix de Montemar.

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