"Amor constante más allá de la muerte"

(1580-1645)


Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
 
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
 
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Entradas populares de este blog

"España es así: los canis"

"El diccionario de Coll"

A Sancho Panza

Las siete y media, y su peligro

Tratado III: El escudero

Tratado II: El clérigo de Maqueda

"¿No es cierto, ángel de amor...?": la escena del sofá

Chonis y canis

"Carta final a Carlota"

Tratado I: el ciego