"Epidermis publicitaria"
Juan Cueto,
El País Semanal, 6-XII-1987
Al alcohol lo llamo directamente
Ballantine’s. Digo Bic por bolígrafo, Mont-Blanc por pluma, Olivetti por
máquina de escribir y Mac por ordenador. En los restaurantes finos
suelto Avecrem en lugar de sopa o Camy por “biscuit-glacé”, y lo peor de
todo es que suelo acertar. Cuando intento pronunciar palabras tan
sencillas como somnífero, tónica, zapatillas, bicicleta, tarjeta de
crédito o cigarro me salen espontáneamente marcas caprichosas: Valium,
Schweppes, Adidas, BH, Visa, Montecristo. Los digitales son Casio, y los
analógicos, Omega. Las “colas” son Coca-Cola, incluso cuando bebo
Pepsi. Al televisor le digo el tubo, y al tubo, claro, Triniton. Y así
todo el tiempo. Soy irremediablemente metonímico, qué se le va a hacer.
De la misma manera que otros son zurdos, bizcos, tartajas, daltónicos,
patizambos, miopes o inspectores de Hacienda, yo tengo la desgracia de
padecer metonimia aguda. Cuando hablo o hago estas redacciones suelo
tomar la parte por el todo, o lo que es más intolerable por estos
alrededores literarios, tomo la marca por la cosa.