"La jerga vírica que vino para quedarse"

MELCHOR SÁIZ-PARDO / ÁLVARO SOTO


    Con el estado de alarma no solo llegaron las restricciones. También aparecieron por doquier términos técnicos o expresiones directamente inventadas para definir las nuevas situaciones que empezaba a dibujar el virus en la vida diaria. Doce meses después, aquellos palabros marcan nuestras existencia hasta el punto de decidir si podemos o no salir a la calle.


SARS-CoV-2. Por empezar por el principio, es el nombre científico del maldito virus. Es la abreviatura en inglés de «severe acute respiratory syndrome coronavirus 2» o coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo.

Covid-19. Es el nombre oficial de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 que el 11 de febrero le dio la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es el acrónimo en inglés de coronavirus disease 2019 (enfermedad por coronavirus 2019). La OMS, como siempre hace, se esmeró en que este palabro de nueva creación no tuviera ningún tipo de connotación o referencias a personas, países o culturas para evitar estigmatizaciones. Antes de que ese nombre oficial, la enfermedad tuvo otras denominaciones que ya se han ido olvidando como infección por 2019-nCoV, SARS de Wuhan o Wu Flu ('gripe de Wu', en castellano).

Confinamiento. Al principio fue sinónimo de encierro total en casa para contener al virus. El gran confinamiento duró 42 días, los que fueron desde el 15 de marzo hasta que el 26 de abril se permitió salir del domicilio a dar un paseo. En el último año ha habido otro tipos de confinamientos generalizados, aunque menos duros, particularmente los confinamientos perimetrales con prohibiciones de salida del municipio o, como ocurrirá esta Semana Santa, de la comunidad. Incidencia acumulada Son sin duda las dos palabras más importante de la pandemia. Resumen el número de casos cada 100.000 habitantes cada 14 o siete días. Desde el inicio de la crisis ha sido el indicador más usado por el Ministerio de Sanidad para calibrar la evolución del virus y, sobre todo, fijar las restricciones. Aunque algunas comunidades prefirieron al inicio otros índices, al final casi todas han tomado como referencia principal la incidencia acumulada.

Desescalada Fue la palabra de la pasada primavera. Con esta expresión se conoció el conjunto de medidas para rebajar progresivamente las restricciones que se pusieron en marcha el 14 de marzo. La desescalada comenzó oficialmente el 26 de abril con el permiso para pasear o practicar deporte y acabó oficialmente el 21 de junio cuando expiró el primer estado de alarma.

Curva / Ola. Son la representación gráfica de la evolución de los contagios durante la pandemia. Doblar la curva o alcanzar el pico de la curva supone, por tanto, haber tocado techo en la transmisión. Por la similitud de su representación en un gráfico, a las curvas también se les conoce como olas. España, desde el inicio de la pandemia, ya ha sufrido tres con sus crestas respectivas en la primera semana de abril de 2020, en la segunda semana de noviembre de 2020 y en la última semana de enero de 2021.

PCR. Son las siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa. Es una prueba de diagnóstico para detectar un fragmento del material genético de un patógeno o de un microorganismo. Se considera más fiable que otro tipo de test, ya que detectan la presencia del virus aun sin síntomas o sin que el organismo haya generado todavía anticuerpos. Tener acceso a este tipo de pruebas hace un año era todo un privilegio.

Seroprevalencia. La RAE lo define como la «prevalencia global de un elemento patógeno en la sangre». Pero es mucho más. Es un palabro que resume el porcentaje de población que ya ha resultado infectado por el virus, bien de forma natural o bien a través de vacunas. Es un término íntimamente relacionado con la inmunidad de rebaño, o sea el supuesto blindaje de un colectivo a un patógeno cuando más del 60 o 70% de la población ya está infectada. El cuarto, y último por el momento, estudio de seroprevalencia nacional reveló que en diciembre el 10% de la población ya se ha contagiado.

Presión hospitalaria. Es como definen los especialistas un conjunto de indicadores (porcentaje de ocupación de camas, de UCI, número de enfermos.). Estos índices han sido observados muy de cerca porque marcan el riesgo de que el sistema sanitario colapsara, el gran miedo de todos los expertos.

Brote. Técnicamente es la unión de tres o más casos conectados entre sí. Al inicio de la crisis sanitaria fue un vocablo clave porque Fernando Simón y los suyos trataban de rastrear el origen de cada caso. Cuando la transmisión pasó a ser comunitaria y fue imposible conocer de dónde procedía cada infección fue cayendo en desuso.

Nueva normalidad. Es una expresión que comenzó a usarse a mediados de abril de 2020, particularmente por miembros del Gobierno, para definir la situación que vendría tras el fin de los días de confinamiento extremo en el que todavía el virus no habría desaparecido. Oficialmente ese periodo empezó el 21 de junio tras el fin del primer estado de alarma.

Distancia social. La expresión en sí no significa nada o lo representa todo. Las autoridades sanitaria utilizan estas dos palabras a veces como sinónimo de mantener 1,5 metros de distancia, aunque en el sentido amplio también las usan para definir todo lo que se debe evitar: tocarse, abrazarse, acudir a domicilios privados.

Positividad. Esta palabra ha dejado de ser sinónimo de optimismo. Ahora es otro de los índices que marcan nuestras vidas sin saberlo porque los epidemiólogos también lo escrutinan muy de cerca. Es el porcentaje de pruebas en una población determinada que dan positivo al virus. (r0) Número de reproducción básica, más conocido como (r0) (siempre escrito entre paréntesis) es otro de los tótems a los que miran continuamente los epidemiólogos. Este indicador mide la intensidad de una enfermedad infecciosa y, sobre todo, su capacidad en un momento para seguir extendiéndose. Si este número es mayor de 1 indica que la epidemia va a seguir en fase ascendente, ya que una persona infectada, de promedio, contagiará a más de otra persona.

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