"Cantar de Mio Cid": lucha y ganancia
Han salido de Valencia, ya la bandera sacaron,
son cuatro mil menos treinta los que el Cid lleva a su lado
y a cincuenta mil de moros sin miedo van a atacarlos.
Minaya con Álvar Álvaroz éntrase por otro lado,
y plúgole al Creador que pudiera derrotarlos.
El Cid hiere con la lanza, luego a la espada echa mano,
a tantos moros mató que no pueden ser contados,
le va por el codo abajo mucha sangre chorreando.
Al rey Yusuf de Marruecos tres golpes le ha descargado,
pero el moro se le escapa a todo andar del caballo
y se le mete en Cullera, castillo muy bien armado;
hasta allí le sigue el Cid por ver si puede alcanzarlo,
con otros que le acompañan de aquellos buenos vasallos.
Desde Cullera se vuelve Mío Cid el bienhadado,
muy alegre del botín tan grande que han capturado.
Ve cuánto vale Babieca, de la cabeza hasta el rabo.
La ganancia de aquel día toda por suya ha quedado.
De aquellos cincuenta mil moros que habían contado,
no pudieron escaparse nada más que ciento cuatro.
Las mesnadas de Ruy Díaz saquearon todo el campo,
entre la plata y el oro recogieron tres mil marcos,
y lo demás del botín no podían ni contarlo.
Alegre está Mío Cid, muy alegres sus vasallos
de que Dios les ayudara a aquella victoria en campo.