"Van a por la educación"

Juan Antonio Aunión.

Golpe a la educación
FERNANDO VICENTE

El recorte ha llegado al mundo educativo. En un país que no logra alejarse del abismo de la recesión y del naufragio financiero, algunas comunidades autónomas han sacado la tijera en colegios e institutos para cuadrar cuentas. ¿Un aviso de mayores ajustes? Pocos lo dudan. Para muchos especialistas este camino representa una enorme equivocación, que devolverá al pasado a la educación española justo en un momento en que el sector, tras 10 años de esfuerzo y críticas, había logrado digerir el impacto que supusieron la llegada masiva de inmigrantes y el aumento de la escolarización obligatoria de 14 a 16 años. Cuando por fin se atisbaban los primeros resultados, el vendaval económico amenaza con arrasar el brote verde. Ahora los profesores se aprestan a defenderlo con uñas y dientes. ¿Pero es posible librar a la educación de los recortes cuando el país entero arde en llamas? ¿Es inevitable? ¿O es simplemente un error histórico? Este es el escenario de la batalla que se avecina.

Los recortes llegan cuando por fin estaban bajando las terribles tasas de abandono escolar en España. "Ahora que tenemos más alumnos que nunca, no tenemos suficientes profesores", se queja un director de instituto

El riesgo de recesión, de que la situación financiera pueda ir todavía a peor, sobrevuela la crisis española mientras las comunidades siguen buscando dónde meter el siguiente tijeretazo. Ya ha habido millones de euros en recortes en distintas áreas, sobre todo en inversiones, infraestructuras y personal. También ha tocado a la sanidad en algunas comunidades. Y la educación tampoco se ha librado; varias autonomías han probado a abrir el melón y el temor es que pueda ser solo el principio. En un momento, además, en el que aumentan los alumnos y en el que un sistema malherido podría estar mostrando por fin algunos brotes verdes. El abandono escolar, aunque sigue siendo un problema muy grave, se redujo el año pasado al nivel más bajo que han visto las estadísticas.

"Si estás en otra profesión y no puedes hacer bien tu trabajo, pues lo haces como sea y quizá el producto salga peor. Pero nosotros tenemos delante chavales, no tractores", comenta Rafael Herrera, profesor de Historia en el instituto público Las Américas, de Parla, una ciudad obrera al sur de Madrid, que va a perder 11 docentes. Herrera jura y perjura, como lo han hecho multitud de docentes y sindicatos en los últimos días, que su protesta no es por tener que dar dos horas más de clase ni por cobrar menos (los profesores, como todos los funcionarios, han perdido un 5% de media), sino porque sus alumnos saldrán perjudicados y con ellos, a la larga, el futuro del país. "Ahora el problema es cómo le explicamos esto a la vecina, que está en el paro y me ve quejándome, con mi trabajo fijo".

Los sindicatos se han rebelado contra la reducción de profesores interinos en Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha, Galicia y Navarra, que calculan en unos 8.200 (aproximadamente el 4,5% de los docentes de la enseñanza pública de esas regiones). El debate se ha desviado por muchos recovecos en los últimos días: las reivindicaciones laborales de los docentes, las acusaciones de falta de compromiso en época de grandes dificultades, la discusión sobre si se trata de gastar mejor por encima de gastar más, sobre la necesidad imperiosa de recortar el gasto público en general... Pero, al final, la pregunta clave es bien sencilla: ¿se puede permitir España esforzarse menos en educación?

España no parte de una buena posición. El informe Pisa de la OCDE, que examina a los alumnos de 15 años en 66 países, dibuja un sistema instalado en la mediocridad. La inversión tampoco ha acompañado; siempre ha estado por debajo de la media europea y de esos otros países con los que pretende compararse. (...)
Otra vez se repite la historia, pero con agravantes. El primero, que ahora la crisis es mucho peor. El descenso del producto interior bruto de España en 2009, de 3,7%, fue el mayor que se ha registrado desde 1971. De hecho, el gasto público total en educación, el dinero contante y sonante que todas las Administraciones ponen cada año en el área, se ha reducido; algo que no había ocurrido, a pesar de los vaivenes del PIB, por lo menos en los últimos 30 años. Es decir, menos dinero (un 1,5% menos en dos años) para más alumnos, 320.000 más que hace dos años, hasta llegar a los 7,9 millones de alumnos que suman las enseñanzas no universitarias.

Las cosas se tuercen justo cuando el sistema escolar parecía haber "alcanzado una velocidad de crucero" en el tortuoso camino de mejora, según Juan Manuel Moreno, experto educativo del Banco Mundial. La imagen podría ser la de un ciclista, un poco fondón, que afronta una escarpada subida sin la mejor bicicleta del mercado, pero que a pesar de todo había logrado, por fin, tomar algo de impulso en su camino hacia la meta. Y justo en ese momento le obligan a frenar.
Los jóvenes que dejan los libros después de la educación obligatoria, la mayoría de ellos sin el título más básico, son menos que nunca. Así, el agujero que ha machacado la imagen de la educación española durante años, ese que según la OCDE lastra la economía española y es uno de las principales causantes de un ingente paro juvenil (46%), se ha hecho un poco menos profundo.(...)

Después de una década, la escuela ha digerido por fin los grandes retos a los que se enfrentó con la llegada del siglo XXI: la prolongación de la educación obligatoria hasta los 16 años y la incorporación masiva de inmigrantes a las aulas. "No es lo mismo preparar a los que van al campeonato de Europa de maratón que entrenar a todo el mundo para el maratón popular". Jesús Herreros, docente de Matemáticas en Valencia desde hace 26 años, cuenta que no ha sido fácil adaptarse, pero que a base de hacer grupos más pequeños para estar más encima de los alumnos (algo que hace 10 años hacía mucho menos), de imaginación y uso de nuevas tecnologías lo están consiguiendo: "Yo he tenido que formarme mucho, que innovar".

Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, no está de acuerdo en que los recortes vayan a suponer mermas en la calidad de la educación ni a medio plazo ni en el futuro, debido al grado que han alcanzado los sistemas europeos, incluido el español, lo que hace muy difícil los cambios significativos y rápidos hacia delante o hacia atrás. No obstante, otros especialistas, como el catedrático de Pedagogía de la Universidad de Barcelona Francisco Imbernón, insisten en que los recortes en la escuela son "un suicidio colectivo", "pan para hoy, hambre para mañana", que puede tener efectos devastadores. Es decir, un terrible error. "La paradoja es que, sabiendo que buena parte de los mayores efectos que la crisis económica ha tenido en España se deben al peculiar modelo de crecimiento económico, la inversión en educación es condición sine qua non para el cambio del modelo. Es posible que los recortes permitan ahorrar gasto público en el corto plazo, pero es una auténtica descapitalización a medio y largo plazo", insiste Francesc Pedró, analista de la Unesco.

Parece claro, además, que el actual es un momento clave, pues hay más alumnos que estudian durante más tiempo. "Resulta que tenemos más alumnos que nunca y ahora no tenemos suficientes profesores", se queja el director del instituto de FP San Blas de Madrid, José Luis Díez, un centro donde los docentes de automoción están intentando cuadrar horarios porque les han reducido en 10 los efectivos, aunque está intentando desesperadamente conseguir, al menos, cinco más. Díez sabe que muchos alumnos se quedarán sin la plaza de FP que han solicitado; unos 40.000 chavales se quedaron sin ella el año pasado en toda España. "Uy, en enfermería es muy difícil; hay unas chicas que llevan intentándolo cuatro años y nada", le cuenta una secretaria a una señora en la entrada del instituto, frente a las listas de admitidos. Junto a ellas, un grupo de profesores coloca una gran pancarta en la pared: "El IES San Blas con la educación pública".

Los docentes en general asumen que también ellos tienen que apretarse el cinturón, pero no se resignan a aceptar cualquier recorte. Recuerdan que apenas nadie se quejó cuando les bajaron el sueldo el año pasado ni por la paulatina reducción de los presupuestos, por ejemplo, para gastos corrientes que, en el caso del instituto de San Blas, solo da para pagar la calefacción, aseguran los docentes. Y, sin embargo, es ahora cuando se levantan en armas porque creen que la pérdida de profesorado va a afectar a la calidad de la educación pública, la que asume a la inmensa mayoría del alumnado más difícil. La pérdida de profesores se traducirá en menos clases de apoyo, desdobles, refuerzos...

La disminución de profesores es el efecto de los recortes presupuestarios, cuyo monto en educación es de unos 2.000 millones de euros, según los sindicatos, mientras el ministerio de Educación los fija en 489 millones. El miedo a que los Gobiernos conservadores dejen desprotegida la enseñanza pública (sin fondos), dándole aire a la privada, también está presente en un discurso muy marcado por la cercanía de las elecciones generales del próximo 20 de noviembre. Mientras desde el PSOE piden a las comunidades que dejen la educación fuera de los recortes, desde el PP niegan que los haya, valorando como "optimización de recursos" lo que han hecho las comunidades de Madrid, Galicia y Castilla-La Mancha, gobernadas por los populares.

En cualquier caso, al sociólogo Julio Carabaña, que formó parte del equipo del Ministerio de Educación en los años ochenta, no cree que la educación deba quedar al margen de la tijera -"si somos más pobres, somos más pobres", dice-. Eso sí, matiza que deben adecuarse a la situación y pone un ejemplo: "Si estoy en una empresa de 20 personas, mejor que echar a tres, nos bajamos el sueldo los 20". Pero lo cierto es que en las escuelas de algunas autonomías están haciendo ambas cosas. Sobre todo, Carabaña llama a la calma a Administraciones y sindicatos, pues tendrán que hacer un delicado equilibrio para poder cuadrarlo todo de proporcionalmente, opina.

¿Se está haciendo? Muchos profesores se quejan de que no. No es lo mismo quitar 11 profesores en un instituto del barrio de Salamanca, una zona rica del centro de Madrid, que en un barrio de rentas medias y bajas de Parla, como es el del instituto de Las Américas. Tampoco es lo mismo cuatro docentes menos en un colegio de un área pudiente de Ferrol, que en el colegio de San Xoán de Filgueira, donde la tercera parte del alumnado es de etnia gitana, el 10% inmigrante y el 48% de todos los escolares de 3 a 12 años tienen necesidades educativas específicas que requieren una atención muy personal.

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