Juan Ramón Jiménez (1881-1958) Diario de un poeta recién casado (1916) Parece, mar, que luchas —¡Oh desorden sin fin, hierro incesante!— por encontrarte o porque yo te encuentre. ¡Qué inmenso demostrarte, en tu desnudez sola —sin compañera… o sin compañero según te diga el mar o la mar—, creando el espectáculo completo de nuestro mundo de hoy! Estás, como en un parto, dándote a luz —¡con qué fatiga!— a ti mismo, ¡mar único!, a ti mismo, a ti sólo y en tu misma y sola plenitud de plenitudes, …¡por encontrarte o porque yo te encuentre!
José Zorrilla (1817-1823) Don Juan Tenorio ACTO IV-Escena III D. JUAN: ¡Cálmate, pues, vida mía! Reposa aquí; y un momento olvida de tu convento la triste cárcel sombría. ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga, llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando el día, ¿no es cierto, paloma mía, que están respirando amor?(…)
Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII (Este es el comienzo del manuscrito conservado del Cantar de Mio Cid) De los sus ojos tan fuertemente llorando, tornaba la cabeza y estábalos catando. Vio puertas abiertas y postigos sin candados, alcándaras vacías, sin pieles y sin mantos, y sin halcones y sin azores mudados. Suspiró mío Cid pues tenía muy grandes cuidados. Habló mío Cid, bien y tan mesurado: ¡gracias a ti, señor padre, que estás en alto! ¡Esto me han vuelto mis enemigos malos! Allí piensan aguijar, allí sueltan las riendas. A la salida de Vivar, tuvieron la corneja diestra, y, entrando en Burgos, tuviéronla siniestra. Meció mío Cid los hombros y movió la cabeza: ¡albricias, Álvar Fáñez, que echados somos de tierra! Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró. Sesenta pendones lleva detrás el Campeador. Todos salían a verle, niño, mujer y varón, a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó. ¡Cuántos ojos que lloraban de...
Joaquín Tamargo Del blog Paraíso no fiscal (...) ¿Qué es un cani realmente? Bueno, un cani es una persona que está las veinticuatro horas del día (y alguno dijo en su día que por la noche también) escuchando reggaeton. Va vestido completamente barroco, llevando todo recargadísimo, tanto el cani en sí como su coche. (...) El cani es el que lleva la gorra de béisbol con su peinado típico a lo mohicano, el chándal, el abrigo, el altavoz (aunque también valga el móvil, con el altavoz puesto), los oros, los zapatos con muelles, las plataformas… Y por último, dos puntos extraídos de la Frikipedia:
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Siglo XIV: Libro de Buen Amor Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer muchas cosas tendrás primero que aprender para que ella te quiera en amor acoger. Primeramente, mira qué mujer escoger. Busca mujer hermosa, atractiva y lozana, que no sea muy alta pero tampoco enana; si pudieras, no quieras amar mujer villana, pues de amor nada sabe, palurda y chabacana. Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña, cabellos amarillo no teñidos de alheña; las cejas apartadas, largas, altas, en peña; ancheta de caderas, ésta es talla de dueña. Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes y con largas pestañas, bien claras y rientes; las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate) si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes. La nariz afilada, los dientes menudillos, iguales y muy blancos, un poco apartadillos, las encías bermejas, los dientes agudillos, los labios de su boca bermejos, angostillos. La su boc...
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Siglo XIV: Libro de Buen Amor No abandones tu dama, no dejes que esté quieta, siempre requieren uso mujer, molino y huerta; no quieren en su casa pasar días de fiesta, no quieren el olvido; cosa probada y cierta. »Es cosa bien segura: molino andando gana huerta mejor labrada da la mejor manzana, mujer muy requerida anda siempre lozana; con estas tres verdades no obrarás cosa vana. Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña; si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña). Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña, casó con mujer joven que amaba la compaña. Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía, a Flandes volo ir, regalos portaría. Dijo ella: -Monseñer, escoged vos el día, Mas no olvidéis la casa ni la persona mía. Dijo don Pitas Payas: -Dueña de la hermosura, Yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura Para que ella os impida hacer cualquier locura. Dijo ella: -Monseñer, haced vuestra mesura. ...
Gonzalo de Berceo (1197-1264?) Milagros de Nuestra Señora Había en una tierra un hombre labrador, que usaba de la reja más que de otra labor; más amaba la tierra que amaba al Criador; era de muchos modos hombre revolvedor. Hacía una enemiga, hacíala en verdad: cambiaba los mojones por ganar heredad; hacía en todas formas tuertos y falsedad, había mal testimonio entre su vecindad. Quería, aunque era malo, bien a Santa María, oía sus milagros y todos los creía; saludábala siempre, decíale cada día: «Ave gratia plena que pariste a Mesías.»
Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII En el robledo de Corpes entraron los de Carrión, los robles tocan las nubes, ¡tan altas las ramas son! Las bestias fieras andan alrededor. Hallaron una fuente en un vergel en flor; mandaron plantar la tienda los infantes de Carrión, allí pasaron la noche con cuantos con ellos son; con sus mujeres en brazos demuéstranles amor; ¡mal amor les mostraron en cuanto salió el sol! […] […] Todos se habían ido, ellos cuatro solos son, así lo habían pensado los infantes de Carrión: «Aquí en estos fieros bosques, doña Elvira y doña Sol, vais a ser escarnecidas, no debéis dudarlo, no. Nosotros nos partiremos, aquí quedaréis las dos; «no tendréis parte en tierras de Carrión. «Llegarán las nuevas al Cid Campeador, «así nos vengaremos por lo del león». Los mantos y las pieles les quitan los de Carrión, con sólo las camisas desnudas quedan las dos, los malos traidores llevan zapatos con espolón, las cinchas de ...
Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII Ya la oración se termina, la misa acabada está, de la iglesia salieron y prepáranse a marchar. El Cid a doña Jimena un abrazo le fue a dar y doña Jimena al Cid la mano le va a besar; no sabía ella qué hacerse más que llorar y llorar. A sus dos niñas el Cid mucho las vuelve a mirar. "A Dios os entrego, hijas, nos hemos de separar y sólo Dios sabe cuándo nos volvamos a juntar." Mucho que lloraban todos, nunca visteis más llorar; como la uña de la carne así apartándose van. Mío Cid con sus vasallos se dispone a cabalgar, la cabeza va volviendo a ver si todos están. Habló Minaya Álvar Fáñez, bien oiréis lo que dirá: "Cid, en buena hora nacido, ¿vuestro ánimo dónde está? Pensemos en ir andando y déjese lo demás, todos los duelos de hoy en gozo se tornarán, y Dios que nos dio las almas su consejo nos dará”. Al abad don Sancho vuelve de nuevo a recomendar que atienda a doña Jimena y a las d...
José Zorrilla (1817-1823) Don Juan Tenorio Segunda parte, ACTO III (Llama al sepulcro del COMENDADOR.-Este sepulcro se cambia en una mesa que parodia horriblemente la mesa en que cenaron en el acto anterior DON JUAN, CENTELLAS y AVELLANEDA. -En vez de las guirnaldas que cogían en pabellones sus manteles, de sus flores y lujoso servicio, culebras, huesos y fuego, etcétera.(A gusto del pintor.) Encima de esta mesa aparece un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena.-Al cambiarse este sepulcro, todos los demás se abren y dejan paso a las osamentas de las personas que se suponen enterradas en ellos, envueltas en sus sudarios. Sombras, espectros y espíritus pueblan el fondo de la escena-La tumba de DOÑA INÉS permanece.) ESTATUA. Aquí me tienes, don Juan, y he aquí que vienen conmigo los que tu eterno castigo De Dios reclamando están. D. JUAN. ¡Jesús! ESTATUA. ¿Y de qué te alteras, si nada hay que a ti te aso...