"La segunda vida de un perro jubilado"
Chema R. Morais
Publicado en El Heraldo de Aragón. (11-02-2009)
Gunter trabajó en Zaragoza como perro guía y, tras retirarse, volvió al centro de la ONCE de Madrid. Pero, ahora, ha regresado a la ciudad tras ser adoptado.
ZARAGOZA
El protagonista de esta historia no habla demasiado. De hecho, no habla. Tampoco ladra apenas. Porque Gunter tiene unos modales exquisitos, fruto de su aprendizaje y posterior trabajo. Ahora, está jubilado, pero sigue siendo igual de profesional. Incluso en la sesión de fotos. No hay más que decir su nombre para que mire, obediente, a cámara. Pero ni ha sido modelo ni ha tenido que ver con el mundo del espectáculo. Durante años, sirvió como perro guía de la ONCE en Zaragoza. Y, hoy, ha encontrado cobijo precisamente en una familia zaragozana, los Parra Estecha, que está que no sabe que hacer con su nuevo integrante. Y eso que solo lo tienen desde San Valero. "No sabíamos si se iba a adaptar y ahora somos nosotros los que intentamos estar a la altura del perro" , afirma Daniel Parra. Este zaragozano, que trabaja en la ONCE tras sufrir un accidente laboral hace un par de años, visitó en Boadilla del Monte (Madrid) la Fundación del perro guía. Una escuela con cerca de 200 perros que son adiestrados, llevados a familias para que aprendan a convivir en casas, que, posteriormente, inician su periplo profesional. Los invidentes pasan un tiempo con ellos hasta hacerse con el can y, tras ese periodo inicial, se los llevan a sus casas para que les ayuden en su quehacer diario. En España, hay casi mil. El problema surge cuando se hacen mayores y sus facultades empiezan a mermar. Entonces, la mayoría de ellos tiene que volver a las instalaciones de Madrid, porque ya no pueden desempeñar su labor. Y los ciegos precisan de uno nuevo para desenvolverse de una forma más segura y autónoma. "Como todos, estos animales también se hacen mayores y se jubilan" , resume bien Daniel.
La visita a la fundación dio sus frutos y la familia decidió que alguno de esos ejemplares de labrador, golden retriever o pastor alemán que, como dice Mercedes Estecha, "tanto han trabajado" , merecía un hogar. "Y eso que en la residencia los tratan fenomenal e intentan hacer su retiro lo más agradable posible" , informa Daniel. Cuando volvieron al centro de la ONCE para adoptar, había 5 o 6 disponibles.
"Abrí los brazos -relata Daniel- y vinieron todos, tranquilos. Y nos quedamos con Gunter" .
Y están como niño con zapatos nuevos. "Es que está tan pendiente de ti que conmueve" , dice Daniel. La idea era que el perro pasara la mayor parte del tiempo con su madre, que vive sola, pero ahora tienen un problema: todos en la familia lo quieren y se pelean por él. María, la abuela, tiene todas las de ganar: "Me hace mucha compañía y, además, no tienes que tener ningún cuidado porque sabes que no te va a hacer ningún chandrío" . "Te vamos a tener que mandar a Benidorm para quedarnos con Gunter" , le replicó en broma su hijo, plantándole un beso después. Mercedes, la nuera, desenvuelve el entuerto: "La idea era que mi suegra pudiera viajar y no estuviera esclava por el perro. Pero es que, ahora, lo queremos todos" .
Normalmente, la jubilación de estos perros ocurre a los 8 o 9 años, pero Gunter es más joven. Aún no ha cumplido seis y tuvo que dejar su empleo por una alergia, que le hacía rascarse y perdía la concentración. Pero en su nuevo hogar nadie le ve los fallos. Para Mercedes, este labrador de pelo negro es ideal: "Educado, cariñoso, siempre busca el contacto con alguien ..." , detalla, entre una lista más larga de características, todas buenas, claro. "Se supone que hacemos una labor social cuando es él quien la está haciendo con nosotros" , contesta el marido.
Lo cierto es que Gunter ha encontrado con los Parra Estecha una segunda vida tras su jubilación. Pero, según parece, ellos han ganado más. "Solo digo que yo no era mucho de perros -concluye Mercedes- y este me ha robado el corazón".